Hace unos días, el presidente, Felipe Calderón, se reunirá con un grupo de gentes interesadas en frenar la inseguridad, uno de los diarios más importantes de la capital, publicaba una estupenda fotografía donde se muestra al presidente de espalda, abrazado por el brazo izquierdo de una chica joven que le contaba la tragedia que había sufrido en el secuestro y se mostraba la mano, mutilada, donde cuatro de sus dedos habían sido arrancados por ese grupos de violentos secuestradores. Sin embargo, al presidente lo continúan engañando al presentar “piojos” en vez de los torturadores o secuestradores ya que, al parecer, tal como se muestran los secuestros en todo el país, es probable que existan más grupos de secuestradores que en verdad son los “buenos” ya que nadie duda de que en verdad existen esos grupos que son los protegidos por los policías y algunos grupos de las poderosas mafias de la delincuencia organizada, que los utilizan para cobrar deudas con ellos o con sus aliados y es lógico que, en sus “ratos libres”, esos grupos, se dedican a realizar los secuestros por su cuenta.
Lo curioso es que por varias vías, los grupos tradicionales de la delincuencia organizada, mandan mensajes en el sentido de que ellos no están metidos en este tipo de delitos y que no dudan que, en realidad, sean los grupos de las policías y de los propios secuestradores que, en complicidad, realizan esos secuestros de tal violencia para dar a la opinión pública la idea de que, los delincuentes, son de enorme peligrosidad de tal suerte que es necesaria la militarización en todo el país. Esto, es lo que los propios militares, paramilitares, guerrilleros, agentes extranjeros y policías locales y nacionales, emprendieron en Colombia, con lo cual desataron y aumentaron los niveles de violencia, de tal suerte que se aceptó por la misma sociedad colombiana la intervención de los militares norteamericanos en todo el país, con los resultados que ahora conocemos, de tal manera que los grupos de militares y de policías, se mantienen controlando en un enorme sistema de espionaje a los políticos, al mismo presidente y a cualquier miembro de la sociedad que les interese destruir por medio de la filtración de sus conversaciones o la manipulación de videos y otras pruebas, con el fin de eliminarles de las escenas políticas o bien, accionar políticas represivas en contra de los políticos o grupos que se consideran contrarios o peligrosos al grupo en el poder o a los intereses norteamericanos.
Si esta es la política emprendida en México para llegar a realizar del famoso Plan Mérida un sistema similar al utilizado en Colombia, ya nos podremos imaginar la violencia que nos falta por ver y sufrir en muchas familias inocentes que serán las víctimas de este tipo de grupos criminales que operan con la complicidad y la impunidad que les brindan los grupos de las policías políticas del país.
Hoy, con los procesos políticos que muestran el giro provocado por la desconfianza que muchas áreas del gobierno generado por la ineficiencia, por las complicidades y corruptelas que han mostrado en dos años, sabemos que existe una gran preocupación en las filas del panismo de tal suerte que, los policías, pretenden utilizar este tipo de violencia institucional con el fin de generar preocupación, miedo y terror en la población que pueda servir como elemento distractor en las deficiencias que han mostrado en el gobierno los panistas que, ahora, también, son brutalmente atacados por los grupos de la ultraderecha ligados a los foxistas y a Manuel Espino que tienen la marca de las filas del YUNQUE.
En otros sitios donde los gobiernos están ligados al priísmo tradicional, veremos, también, ejercer este tipo de violencia “institucional” que lleva como objetivo distraer la atención de la opinión pública con el fin claro de generar desconfianza en contra del mismo equipo de gobierno de Felipe Calderón y para ello, se habla, en varias entidades del Sureste, de la aparición y organización de varios grupos de la guerrilla tradicional que ha operado en esa región y que ahora, se manifiesta con fuerza y en muchos casos ligados a los intereses del narcotráfico, del tráfico de armas, gentes o vehículos, donde los grupos de la delincuencia organizada y protegida por los políticos de esos estados saben que pueden generar un serio y violento problema a los intereses del gobierno de Calderón.
En este esquema también se encuentran los gobierno perredistas independientemente de que entre ellos se golpeen para obtener posiciones de tal suerte de en esta contienda electoral, seguramente, podremos ver muchos brotes de violencia. Unos, generados por la inmensa descomposición política, económica y social que vivimos en mucho sitios a pesar de que el gobierno de Calderón sostenga de que la “gripita” que nos da no tiene razón de ser y que, en pocos meses, lograremos superarla, como si la tragedia que viven los países de gran desarrollo no sean la mejor muestra de lo que sufriremos en el nuestro y, la violencia provocada ,por los manejos políticos que serán usados, como una medida de presión, para lograr mediar o establecer las negociaciones en el reparto del poder.
Todos sabemos que Felipe Calderón tiene urgencia de contar con un Congreso de mayoría o cuando menos, de tal manera conformado que le permita negociar, con urgencia, muchas de las modificaciones y reglamentaciones que le serán de vital utilidad para no entrar en un problema serio en el control de gobierno ya que, digan lo que digan, sus socios y cómplices o las buenas intenciones de los políticos que están en su círculo de confianza, de que no hemos perdido la brújula ni la gobernabilidad y tampoco somos un país de gobierno derrotado, existen serias señales en el sentido de que, cuando menos, nos encontramos sumidos en una crisis a punto de estallar de no cambiar políticas y, sobre todo, enterrar, a muchos de los nefastos personajes que le han engañado y le siguen engañando en la conformación de su fracasada política de seguridad a menos que, otorgue, línea abierta a la acción de los militares mexicanos que son los únicos que podrán poner orden y controlar la violencia y conflictos que padecemos, con terror y horror, los mexicanos.
Lo curioso es que por varias vías, los grupos tradicionales de la delincuencia organizada, mandan mensajes en el sentido de que ellos no están metidos en este tipo de delitos y que no dudan que, en realidad, sean los grupos de las policías y de los propios secuestradores que, en complicidad, realizan esos secuestros de tal violencia para dar a la opinión pública la idea de que, los delincuentes, son de enorme peligrosidad de tal suerte que es necesaria la militarización en todo el país. Esto, es lo que los propios militares, paramilitares, guerrilleros, agentes extranjeros y policías locales y nacionales, emprendieron en Colombia, con lo cual desataron y aumentaron los niveles de violencia, de tal suerte que se aceptó por la misma sociedad colombiana la intervención de los militares norteamericanos en todo el país, con los resultados que ahora conocemos, de tal manera que los grupos de militares y de policías, se mantienen controlando en un enorme sistema de espionaje a los políticos, al mismo presidente y a cualquier miembro de la sociedad que les interese destruir por medio de la filtración de sus conversaciones o la manipulación de videos y otras pruebas, con el fin de eliminarles de las escenas políticas o bien, accionar políticas represivas en contra de los políticos o grupos que se consideran contrarios o peligrosos al grupo en el poder o a los intereses norteamericanos.
Si esta es la política emprendida en México para llegar a realizar del famoso Plan Mérida un sistema similar al utilizado en Colombia, ya nos podremos imaginar la violencia que nos falta por ver y sufrir en muchas familias inocentes que serán las víctimas de este tipo de grupos criminales que operan con la complicidad y la impunidad que les brindan los grupos de las policías políticas del país.
Hoy, con los procesos políticos que muestran el giro provocado por la desconfianza que muchas áreas del gobierno generado por la ineficiencia, por las complicidades y corruptelas que han mostrado en dos años, sabemos que existe una gran preocupación en las filas del panismo de tal suerte que, los policías, pretenden utilizar este tipo de violencia institucional con el fin de generar preocupación, miedo y terror en la población que pueda servir como elemento distractor en las deficiencias que han mostrado en el gobierno los panistas que, ahora, también, son brutalmente atacados por los grupos de la ultraderecha ligados a los foxistas y a Manuel Espino que tienen la marca de las filas del YUNQUE.
En otros sitios donde los gobiernos están ligados al priísmo tradicional, veremos, también, ejercer este tipo de violencia “institucional” que lleva como objetivo distraer la atención de la opinión pública con el fin claro de generar desconfianza en contra del mismo equipo de gobierno de Felipe Calderón y para ello, se habla, en varias entidades del Sureste, de la aparición y organización de varios grupos de la guerrilla tradicional que ha operado en esa región y que ahora, se manifiesta con fuerza y en muchos casos ligados a los intereses del narcotráfico, del tráfico de armas, gentes o vehículos, donde los grupos de la delincuencia organizada y protegida por los políticos de esos estados saben que pueden generar un serio y violento problema a los intereses del gobierno de Calderón.
En este esquema también se encuentran los gobierno perredistas independientemente de que entre ellos se golpeen para obtener posiciones de tal suerte de en esta contienda electoral, seguramente, podremos ver muchos brotes de violencia. Unos, generados por la inmensa descomposición política, económica y social que vivimos en mucho sitios a pesar de que el gobierno de Calderón sostenga de que la “gripita” que nos da no tiene razón de ser y que, en pocos meses, lograremos superarla, como si la tragedia que viven los países de gran desarrollo no sean la mejor muestra de lo que sufriremos en el nuestro y, la violencia provocada ,por los manejos políticos que serán usados, como una medida de presión, para lograr mediar o establecer las negociaciones en el reparto del poder.
Todos sabemos que Felipe Calderón tiene urgencia de contar con un Congreso de mayoría o cuando menos, de tal manera conformado que le permita negociar, con urgencia, muchas de las modificaciones y reglamentaciones que le serán de vital utilidad para no entrar en un problema serio en el control de gobierno ya que, digan lo que digan, sus socios y cómplices o las buenas intenciones de los políticos que están en su círculo de confianza, de que no hemos perdido la brújula ni la gobernabilidad y tampoco somos un país de gobierno derrotado, existen serias señales en el sentido de que, cuando menos, nos encontramos sumidos en una crisis a punto de estallar de no cambiar políticas y, sobre todo, enterrar, a muchos de los nefastos personajes que le han engañado y le siguen engañando en la conformación de su fracasada política de seguridad a menos que, otorgue, línea abierta a la acción de los militares mexicanos que son los únicos que podrán poner orden y controlar la violencia y conflictos que padecemos, con terror y horror, los mexicanos.
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